No cabe duda que vivimos en el absurdo. Los titulares en medios de comunicación fraguan, de nueva cuenta, otra modalidad del miedo: andarse con cuidado si pasas frente a un perro. Esto toma relevancia si, además, caminas cerca del camposanto y el cúmulo de casas de cartón que rodean uno de los extremos del Cerro de la Estrella, ni más ni menos que en la Delegación Iztapalapa (como si este lugar no tuviera suficiente).
Los
mass media refuerzan la endeble teoría
de las autoridades, acerca del surgimiento agrupado de caninos salvajes, que
habrían ultimado a cinco personas. En tan sólo unas horas se “capturó” más de
cincuenta de ellos. La noticia atravesó el Atlántico y el portal de noticias de
El País, también publicó acerca del tema.
Quién
lo diría, la tesis forense proviene de la estructura “de izquierda” de la Ciudad
de México, en manos de la PGJ; se trata de la misma estructura que detuvo a 69
personas el 1 de diciembre, cuando protestaban por la toma de posesión de Enrique
Peña como presidente de México, 14 de los cuales aún pueden regresar al calabozo.
En el caso de los animales, es decir, de la jauría, tampoco se exoneró a todos sus
integrantes.
En
los caminos del absurdo pasa de todo. Al sur de este país, en Chiapas, una
familia atravesaba por la pesadumbre de perder un familiar. Por la tarde se
llevó a cabo el velorio en San Cristóbal de las Casas, dentro de un hogar
ubicado en una de esas calles agitadas por el continuo vaivén de personas que
llegan de todas latitudes.
Cuatro
jóvenes se colocaron frente a ese domicilio. Dispuestos a expresar su ánimo, afinaron
sus instrumentos para crear algunas melodías. Aquello parecía un concierto: gratuito
y para todos. Pero la solemnidad que había al interior de la casa, llevó a
algunas personas a solicitarles que interrumpieran la algarabía, y sin más,
culminó la presentación.
Ya
se marchaban cuando una docena de elementos policiacos les cortó el paso. Por algunos
momentos la banda se desconcertó y pronto supieron que serían detenidos, sin
saber exactamente de qué se les acusaba. No daban crédito a los hechos, pero al
final fueron apresados y alojados a la patrulla.
Tal vez se les procese por atentar contra la paz
del alma, o quizá por terroristas del pensamiento, pues crear música al aire
libre está penado (al menos en forma administrativa) al sur de este país.
*Fotografía de Dario López-Mills/AP
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