jueves, 25 de septiembre de 2008

X

Descendí a la faz de la tierra, donde lentamente pude comprender lo incierto que resultaba mi estancia en aquella zona del desierto.
Una ventisca de arena cubrió mi cuerpo, obstruyó mi vista durante algunos siglos y pronto aparecieron formas inconexas frente a mí… a través del tiempo, supe que se trataba de ella.
Fingió desconocerme. Su voz era temblorosa y no dio margen a los cuestionamientos… la incertidumbre se apoderó del lugar y, sin embargo, no podía dejar de observarla.
La tenue luz de su espíritu atravesó el panorama nocturno y sin temor a equivocarse, me miró.
En aquel momento descubrí que no había nada más porqué esperar.
Salté al vacío de la búsqueda, viajé al sótano de mis cavilaciones, donde se enreda un oscuro grito que pide nacer con la tenue voz de un lagarto alumbrado por el misterio.
La ventisca pasó.
Mañana, mi piel de cera habrá quedado oculta en sus brazos y veré cuán sincera es la batalla, contra ella y los sueños en los que me coloca.

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