Sus mortales ojos apuntan hacia mí. Son cinco en total.
-¿Cuál es tu último deseo?- me pregunta un hombre con la fortaleza física de un Titán.
Mi vista se nubla y creo sentir cada uno de los impactos.
Siento que este páramo se convertirá en mi hogar por más de mil años.
No sé cuándo pueda estar de regreso.
No sé qué forma tendré.
Tengo frío y necesito agua.
Parece que ha muerto mi instinto; no puedo correr, ni gritar… ni siquiera puedo llorar y pedir que me dejen con vida.
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