sábado, 13 de septiembre de 2008

El señor del alba


Desperté anonadado de un sueño en el que viajaba durante más de doce horas a un sitio que, paradójicamente, se localiza a unos cuantos kilómetros de mi habitación.
A lo largo del camino, observé el desierto, la llanura, incluso la selva; mas, me detuve en el momento en que una corazonada me dijo que éste era el lugar más apropiado para hacerlo.
Vagué por los altiplanos de Tula de Allende, y ante mí se presentaron imágenes inconexas que lentamente conformaron un panorama.
Jamás supe de dónde surgió ese gran templo llamado Tlahuizcalpantecuhtli; es más, me parece extraño conocer su nombre cuando nunca tuve una sola referencia sobre él.
El Señor del Alba, significa en náhuatl, y así lo recuerdo: llegué a este sitio cuando la primera mirada del sol nacía en el universo.
Justo sobre el último peldaño en la pirámide más grande, a distancia, se observa una silueta que por su fisonomía y atuendo, creo que debe ser un guerrero, uno de los más importantes en esta ciudad.
De pronto, lo tengo frente a mí.
Tezcatlipoca se ha ofrecido a ser mi guía por los contornos del lugar.
Me ha dicho que él, así como aquellos guerreros asentados en la siguiente pirámide, y a los que ha hecho llamar Atlantes, están conspirando para dominar la región de Mesoamérica.
Esto debido a que se menciona, según mi guía, hay personas que quieren despojarlos de su territorio.
Se llaman aztecas.

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