viernes, 26 de febrero de 2010
Improvisando
“Sueño con castillos. Con castillos de mar”, improvisó Edward James durante una de esas conversaciones que sostuvo con Eugenio Salvador Dalí, en una tarde alejada, tranquila, cuando ya había partido Luis Buñuel.
Han transcurrido siete años de aquella charla y en el umbral de la selva potosina, el magnate James, con imponente ayuda, erigió su sueño: formas arquitectónicas colocadas al borde del río Santa María, en la interminable Xilitla, con puertas que conducen al vacío; escaleras que llevan al cielo; y arcos invertidos.
El onírico mundo que dejó James -treinta años más tarde-, nunca perdió el misticismo de una realidad superpuesta.
Tú, nómada, andas paso a paso en los alrededores de la jungla y, de pronto, con ojos entreabiertos, vislumbras este Jardín convertido en ruinas, protegido por la vegetación y donde aquel río derrama sus tentáculos para hacer de ti, su presa asombrada.
De caminos extensos se conforma este espacio, que alguna vez fue sueño de dioses en medio de charlas. Vegetación y fauna convergen y comparten con el hombre la experiencia de haber recorrido un sinnúmero de habitaciones expuestas a sólidas raíces que se enredan en los muros y cuyos troncos rebasan los 20 metros de verticalidad...
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