jueves, 28 de febrero de 2013

El día que estuve en prisión (II)


(Parte II)

El día anterior, el colectivo No estamos todxs expuso en la plaza de la paz los casos de Alberto Patishtán y una decena más, en lo que se denominó la jornada anti carcelaria: regresemos nuestros presos a casa, a fin de hacer pública la inocencia de quienes han sido secuestrados por un sistema que opera en contra de su propia sociedad.
Los integrantes del colectivo también acompañaron a Patishtán, coincidiendo con mi llegada, llevándole noticias y saludos de las personas que se encuentran del otro lado del CERESO.
Ahora me doy tiempo de contemplar los muros del penal, y sobre ellos proyecto las imágenes de aquel enero del ’94, cuando el EZLN liberó a todos los presos que se encontraban aquí: momentos de tensión y muerte cuando los zapatistas se enfrentan al ejército verde olivo.
La batalla de Rancho Nuevo, cuyo sitio está muy próximo a la prisión, tambaleó la estructura castrense en México por largas horas. San Cristóbal de las Casas es, históricamente, espacio de lucha y resistencia.
La conversación con Patishtán es denuncia inmediata: quien dirige el CERESO tuvo por varios meses la firmeza de acabar con sus derechos, puesto que se terminó la introducción de alimentos, la venta de sus artesanías (telares, carpintería y pinturas) al interior, las visitas de gente ajena (y cercana en algunos casos) a los reclusos e incluso la falta de atención médica obligatoria.
Pero el profesor fue claro cuando afirmó que al hacer públicas estas prohibiciones, el director tuvo que cambiar su postura y regresarles sus derechos.
Entonces nos mostró una gorra que recientemente se había terminado de realizar. Bordada a mano, prevalecía el color rojo con la leyenda “La Voz del Amate”.
Uno a uno, fui conociendo a los Solidarios también. Las historias detrás del encierro son tan severas como su inocencia. Pedro López Jiménez parece muy cercano a Patishtán. En realidad todos lo son; sin embargo, Pedro se encuentra pendiente del profe en todo momento.
El compa Benjamín López Aguilar, un joven serio de 24 años, me comparte que hace cinco meses dejó de ver a su mamá. La mujer está enferma y no ha podido visitarle desde entonces. Hasta ahora, nadie ha podido darle noticias sobre su estado de salud.
Pero no duda en mandar unas palabras por si acaso: “Mamá, quiero decirle que no se preocupe, que un día tengo que alcanzar la libertad”.
Algunos de los muchachos me acompañan a conocer las áreas de esta prisión. Para ser claro, es muy pequeña para los cerca de 400 presos que se encuentran aquí. Las condiciones de hacinamiento también se ostentan en este lugar.
Luego me sumo a la charla con Rosario Díaz Méndez, un hombre sonriente y sumamente expresivo. Recién fue sentenciado a 25 años de prisión por homicidio. Él ha demostrado que durante los hechos en los que participó, según el ministerio público, se encontraba fuera del estado.
Así procedo a platicar con Juan Collazo Jiménez, joven y de profundas reflexiones. Es tan agradable como elocuente. Su crimen: enamorarse. Acusado de secuestro, dice tener en las paredes y en las rejas de metal, a otros amigos que le han dado fortaleza para seguir en la lucha incansable por al fin verse en libertad. A este grupo solidario se suman Juan Díaz López, Juan López González, Alejandro Díaz Sántiz, Rosa López Díaz y Alfredo López Jiménez.
La conversación con cada uno de ellos asoma su capacidad humana de permanecer unidos como grupo, sabedor de tener una fuerza inquebrantable por defender su inocencia hasta consumar su liberación.
De acuerdo con el Derecho a la Inocencia: Apuntes sobre una “forma de extinción de la responsabilidad penal” que redactó la Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Olga Sánchez Cordero, el reconocimiento de inocencia permite al sentenciado que ha sido declarado culpable de un delito, alegar en su favor circunstancias supervenientes que demuestran su inocencia.
Patishtán, con casi 13 años en prisión, pelea por el reconocimiento de inocencia tras haber presentado ya todas las pruebas que así lo demuestran. 
En 2011, se pretendió aislarlo, enviándolo injustamente a un penal de Sinaloa, a fin de desarticular al grupo y desmoralizar su lucha. Después, sería internado en el Instituto Nacional de Neurología “Manuel Velasco Suárez”, en la Ciudad de México, por un tumor cerebral que casi lo deja sin vida.

martes, 26 de febrero de 2013

El día que estuve en prisión


 (Parte I)

Temprano, atravesé meditabundo las concurridas calles de San Cristóbal de las Casas, ahora extrañamente desoladas. Mi rumbo era claro: me encaminaba al Centro de Readaptación Social (CERESO), llamado así por eufemismo, para encontrarme con Alberto Patishtán.
El trayecto posterior en transporte público se convirtió en un cúmulo de cuestionamientos que podría hacerle al profesor, pero también, inclusive con mayor fuerza, de qué manera podría involucrarme para apoyar y difundir las demandas de La Voz del Amate, adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.
Los sueños son dimensiones alternas a las que el hombre tiene entrada. Y la prisión es un espacio en el que colocan a centenares de hombres que sueñan la libertad.
Sorprendido por el bello paisaje que conduce al CERESO, cuyos montes sostienen el paso insurrecto de los zapatistas que recuperaron sus tierras, me aproximo a los innumerables filtros policiacos que se despliegan para acceder al penal.
Antes, me encuentro con un integrante del Movimiento por la Paz, Daniel, dándonos tiempo suficiente para conversar sobre el desgastado sistema de aplicación de justicia, en un lugar donde la rebeldía como proceso de independencia es sinónimo de cárcel.


Comenzando con un sello de tinta casi permanente sobre el antebrazo, nos dirigimos a la inspección de ropa y morral, a cargo de figuras humanas con rostro parco y palabras secas, que constantemente hablan por el radio comunicador de lenguaje vertido en claves. 
Mi primera impresión, como la de quien visita por vez primera ese calabozo, tiene que ver con un laberinto cercado por rejas de metal y malla, manipuladas a cada segundo con un estruendo intimidatorio, al cual te vas acostumbrando lentamente.
Previo a la sección de galeras, coexisten también las áreas verdes, de esos colores verdes casi muertos y pasto crecido que sirven, tal vez, como muestra de un tiempo que pasa sin que nadie le ponga atención. El altavoz me saca de las cavilaciones: “Alberto Patishtán Gómez, presentarse al área médica”. Esto se replica en tres ocasiones, mientras recuerdo la intervención médica que atravesó este personaje, un referente de la organización y la lucha social, ya que el sistema carcelario a manos del estado mexicano, no le brindó atención temprana a un tumor en la cabeza que se iba apoderando de su vida.
También me vienen a la mente las palabras de Daniel: “Ahora está muy bien el profe, a pesar de la operación”.
En el andar del laberinto, se desconoce la orientación, pero algunos presos te apoyan a continuar por el camino indicado.


Los primeros en recibirnos, a Daniel y a mí, son los compañeros Benja y Pedro, ambos activistas (desde prisión) del grupo Solidarios de La Voz del Amate. Sus miradas son tenues, de alegría, y nos brindan un abrazo al tiempo en que preguntan cómo están las cosas por fuera ¿Por fuera? Me cuestiono. Muy similar a como están aquí dentro, pienso. 
Nos avisan que el profesor regresa en breve, pues como lo anunció el megáfono, estaba en medio de una revisión de rutina.
No era tan avanzado el tiempo, cuando ya tenía frente a mí a Alberto Patishtán, de baja estatura, cabello oscuro, sonriente, notablemente bien alimentado y listo para charlar.
Este es el inicio real de un día impensable. El día que caí en prisión.





sábado, 23 de febrero de 2013

Urge detener la guerra en México


La transición de gobiernos impuestos en México pasa a segundo plano cuando se tiene a miles de familias resquebrajadas, disueltas, que buscan soluciones y justicia por los resultados que hasta ahora cifra la guerra contra la sociedad mexicana.
Y es que a pesar de que transcurrieron seis años (2 mil 191 días) de calderonismo, un amplio sector de la sociedad mexicana aún se mantiene distante de lo que organismos civiles han catalogado como una emergencia nacional; es decir, adormecidos por la indiferencia, los mexicanos atraviesan día a día sin permitirse un gesto de sensibilidad o acompañamiento para con los familiares de las víctimas.


En la guerra, a la que el mismo Calderón puso nombre, no sólo se llevó a cabo una cruzada de muerte, sino también de desapariciones forzadas, es decir, casos en los que alguna instancia de seguridad como el Ejército, la Marina y las policías de cualquier estructura del gobierno, estuvo involucrada.
El reciente informe de Human Rights Watch (HRW) reporta 249 casos de desaparición durante el sexenio pasado, entre los cuales 149 investigaciones están vinculadas a la participación directa de algún elemento de “seguridad”.
Pero ¿249 casos en seis años?
En noviembre de 2012 un documento que no había sido revelado de la Secretaría de Gobernación y de Procuraduría General de la República, que se filtró e hizo público el diario Washington Post, en donde se detallaba un total de 25 mil personas desaparecidas (entre adultos y niños) durante los últimos seis años, cuando estuvo Felipe Calderón. 25 mil desapariciones, una cifra sin precedentes en América Latina. Y HRW documentó 249 casos...
Por su parte, los familiares de las víctimas urgen la creación de un registro nacional sobre desapariciones en México, para dar seguimiento a cada uno de los casos. Por supuesto, antes exigen y exigimos que se detenga la guerra, lucha, combate, enfrentamientos por parte del Estado contra la sociedad mexicana.


Se espera que para el próximo 10 de mayo, las madres de los desaparecidos en México se concentren y saluden entre sí en la Ciudad de México y otros sitios. Acompañemos pues los pasos de estas familias que ahora están luchando con fuerza para que casos como los suyos no se repitan en otras familias. Visibilicemos el horror que desató el Estado contra su propia gente y sumemos nuestra exigencia de detener las desapariciones forzadas y las muertes sin sentido.



sábado, 16 de febrero de 2013

¡Adelante el proceso... con Hugo Chávez! (Un mensaje de vida frente a campañas de muerte)

Una vez más las ganas se frustraron. Luego de que el Ministro de Comunicación Ernesto Villegas publicara imágenes de Hugo Chávez como muestra de que se mantiene vivo, al imperialismo yanqui y, asimismo, a toda esa plataforma neoliberal, no les quedó más que bajar la cabeza y prolongar su silencio.
Tras una fuerte campaña mundial de desprestigio contra el gobierno de Venezuela y su presidente, ahora cesan las portadas de “incertidumbre” en los medios de comunicación más agresivos para con Chávez.
En los titulares de CNN y El País, por ejemplo, terminó el bombardeo de hace unos días, donde incluso este último publicó en portada el rostro falso de Hugo Chávez, quien hoy se ve sonriente y en plena recuperación, aún en Cuba.
Incluso (y sin sorpresa), Televisa, esa cadena no oficial del gobierno de México, dedicó notas relacionadas con la presunta muerte de Chávez Frías (claro, se colgaron a su vez de información del diario español ABC), durante los primeros días del año.

Imagen del 14 de febrero de 2013

Pero ¿qué significa este mensaje de vida para la propia Venezuela y para el mundo?
Para los millones de personas venezolanas que apenas el 10 de enero juramentaron públicamente (en donde estuvieron diversos mandatarios latinos) acompañar y defender a Chávez y al proceso bolivariano, es el impulso de continuar luchando por un proceso social en el que finalmente se les escucha, se les contempla y se les da voz.
Millones de venezolanos de a pie (y de otras latitudes) son los que celebran con ahínco la vida de Chávez, quien a su vez se fortalece con toda esa energía desbordada que se le envío desde su tierra y otros puntos del orbe, cuando el presidente atravesaba las horas más críticas durante una cuarta operación por un cáncer detectado en la zona pélvica:
“Desde mi corazón de soldado vaya un abrazo infinito para mi pueblo, para Fuerza Armada Nacional Bolivariana, siéntanme entre ustedes en este Día de la Dignidad Nacional.
Cuánto lamento estar ausente físicamente del territorio patrio por primera vez en esta luminosa fecha de parto, pero así lo exige esta batalla que estoy dando por la plena recuperación aquí en la Cuba revolucionaria y hermana, sin embargo mi espíritu y mi corazón está con ustedes en este Día de la Dignidad Nacional”, escribió Chávez al pueblo venezolano (cuyo mensaje publicó Cubadebate) apenas el 4 de febrero pasado, con motivo de la conmemoración de la insurgencia cívico-militar de 1992, un golpe de Estado que falló contra de Carlos Andrés Pérez, el entonces presidente.
“Hay fechas en las que todo el caudal de la historia se revela y marca el rumbo de nuevo de los pueblos, hay fechas que signan y despejan, que se convierten en compromiso y señalamiento de un destino que tiene que acontecer para calibrar el pasado y ver con más claridad el horizonte libertario, así fue el glorioso 4 de febrero de 1992”.
El horizonte libertario al que se refiere Hugo Chávez, es precisamente al que él mismo dio marcha con el proceso de integración de los pueblos latinos, acorde con lo que el uruguayo Raúl Zibechi denominó la “tercera gran transición de América Latina”.
Y esto es lo que significa un venezolano para el mundo: cimentada su ideología en la acción de Simón Bolívar (también venezolano), Hugo Chávez atiende al proceso de independencia de la Patria Grande, del yugo que la colonia y el imperialismo mantuvieron durante siglos en la región, impulsando (y apoyado por) la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Es este ideal, cuya materialización le mereció también un fallido golpe de Estado, es el que Chávez Frías representa actualmente, el de una América Latina que mira de frente al mundo.
Ya lo dijo el presidente Mujica, se necesitan más Hugos Chávez en este planeta, porque el Comandante significa más de lo que se pretende hacerle ver a la gente: Hugo Rafael Chávez Frías es uno de los humanistas más activos de la época. Lo dice su vida y lo dirá su muerte.
Los países que promueven el dominio, la escases, la inequidad, el terrorismo, la acumulación de riquezas, la agresión al planeta, el aniquilamiento masivo, son los países que vieron frustrado su deseo de muerte prematura contra Hugo Chávez.
Se menciona que los medios de comunicación insertados en el orbe para difundir miedo y paralizar a las sociedades, están buscando nuevas portadas con nuevas víctimas, que se dejen manipular por mentes oscuras.
Sin embargo, tal parece que ya nadie quiere entrarle al juego.

¡Adelante Hugo Chávez!


El pueblo que juramentó defender a Chávez:



*Enhorabuena por el evento “Camigrantes” que realizó
la Estancia del Migrante González y Martínez (Querétaro)
en la Ciudad de México. 

martes, 5 de febrero de 2013

La rebeldía sobre los muros de San Cristóbal de las Casas



Los escenarios que pueden contemplarse desde cualquier punto de este lugar, cuyas veredas surcan el sur de los mapas, son tan fascinantes como insurrectos.
A pesar de que el pensamiento de vanguardia insiste en desplazar a los aborígenes, colocando títulos como El Más Mágico de los Pueblos Mágicos (cedido por Felipe Calderón) e instalando vistosos andadores de alto consumo, los grupos indígenas acostumbran dejar huellas que nos recuerdan su permanencia en San Cristóbal de las Casas.
La herencia de la conquista mezclada con la convicción del zapatismo, suman la resistencia de las diferentes etnias que componen este panorama que luchan por no ser evaporados.
Los muros son ejemplo de ello: tras los pasos de la insurgencia por aquellos días de enero del ’94, las paredes de San Cristóbal de las Casas se convirtieron en un espacio más de expresión, cuando se quiso aniquilar la voz zapatista que daba luz a un proceso de vida autónoma.
Ya con antelación la cultura maya predijo un periodo de oscuridad de 468 años, a partir de la llegada de los conquistadores a territorio mexicano, cuando Chiapas aún pertenecía a Guatemala, y cuyo lapso ya se cumplió.
Durante la época, un hombre logró impregnarse en la memoria indígena, Bartolomé de las Casas, quien aún hoy día mantiene un sentimiento en la dignidad autóctona. Este fraile español protegió sus derechos en tiempos el yugo dudaba que los indios tuvieran alma.


Siglos más tarde, cuando ese periodo oscuro se va diluyendo a paso lento, surge el humanista Samuel Ruiz, quien desde el templete de la religión, hizo un hueco en la agenda política para visibilizar nuevamente a los amerindios, en momentos en que el abandono se erige para desplazarlos (o unificarlos forzosamente) del escenario capitalista. ¿Serán ellos, los políticos, quienes no tengan alma?
Pero sin duda, bajo la enseñanza y herencia que dejaron los más primeros, los indígenas que cruzan por los senderos del sur, en San Cristóbal de las Casas (y muchos otros territorios rebeldes), se resisten a ser aniquilados de una vez por todas.
Ello propició también la llegada del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), cuando en los días de aquel enero le dijeron al capitalismo desalmado de libre comercio: “Nunca más un México sin nosotros”.
En San Cristóbal de las Casas las montañas desaparecen con la neblina, y éste también es uno de los escenarios más vistosos del mundo de abajo, del sur, de los vencidos.
En el México de San Cristóbal de las Casas suena con ahínco la marcha de los zapatistas, apenas el mundo se encontraba pariendo una era (21 de diciembre de 2012). Este es otro de los paisajes más ilustrativos desde un punto del mapa muy bien conocido: abajo y a la izquierda.
Templos, centros de salud, restaurantes, espacios culturales, terminales de autobús, bancas públicas, bancos privados, el piso de una calle… Las paredes escuchan y gritan a la vez. Los muros están cargados de rebeldía: a mayor silencio con la expansión de la ceguera y sus zonas de consumo, mayor es el estruendo que generan indígenas sublevados ante la obstinación por desaparecerlos.

domingo, 3 de febrero de 2013

¡Ya va a comenzar el Súper Bowl!


¡Ya va a empezar el  Súper Bowl!
¡Siéntense, siéntense!

Sí, todos están invitados a sentarse cómodamente en su lugar predilecto, a mirar las cuatro horas del partido (sin contar las diez horas del previo) más esperado de toda la semana, incluso más anhelado que el de los propios ratones verdes.
Así animan un buen domingo padres, primos, hermanos, cuñados, vecinos, amigos y cualquier persona informada e interesada en la final de uno de los deportes que mayor audiencia genera en todo el planeta, según dicen los que saben de rating.
¡Ya va a empezar el juego! Y por qué perdérselo si estamos en familia, con carne asada y cervezas en mano. ¡Qué buen domingo caray!
Por qué, por qué no verlo si todo está puesto. La familia reunida y los elementos indicados para pasar un buen rato (que se prolonga por varias horas). Y es que para disfrutar de este domingo no hace falta nada más.
No hace falta preocuparse por la larga jornada de trabajo que mañana se nos viene encima. O el envío a la escuela de los niños. Claro, los niños que sí van a la escuela, porque hay otros tantos niños que no piensan en el uniforme, miles a los que no fastidian levantándolos temprano para acudir a unas “aburridas clases” (pensarán), que no se preguntan si la maestra dejará tarea o no, sino otros niños a los que levantan temprano para caminar las calles del mundo (pavimentadas o no), tratando de vender unos chicles, unos dulces, o para bolear unos zapatos y sacar unos cuantos pesos.
Pero es domingo, ¿para qué preocuparse? Aquí estamos muy a gusto pasando un rato de entretenimiento, acompañados también por las bocinas nuevas y ¡la pantalla! ¡Cómo olvidar la pantalla recién comprada! Ahora sí podremos ver bien a nuestras águilas.
De qué preocuparnos o por qué perdernos un partido que hemos estado esperando por varios meses…
De qué preocuparnos si es sólo un día el que tenemos para relajarnos.
¡Flaca! Sí, ya va a empezar ¡ándale!
Para qué salir del enredo televisivo y meterme en otros tantos enredos más.
Para qué prestar atención a esos revoltosos de *La Voz del Amate que se quejan y se quejan por estar encarcelados, quesque injustamente, y ahora se les da por ponerse en huelga de hambre. Es más, eso ni lo contó el López Dóriga. ¿De dónde son esos? El cuate sólo habló de treinta muertos en Pemex… ¿Ya van 33? No, sí estuvo grueso compadre…
Para qué distraernos con temas como esos, que los presos de La Voz del Amate en Chiapas, que el aniversario de José Martí, que hay seis millones de parados en España, que aún resisten los pueblos del Istmo en contra de la eólica transnacional Mareña Renovables, que la minera First Majestic Silver sigue flagelando la región de Wirikuta (sí, aún permanecen los trabajos de excavación), que a los israelitas no les basta con asesinar en Palestina, sino ya extendieron sus ataques y sobrevuelos a Siria y El Líbano, que el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo continúa acampando en la plaza de la paz contra el desplazamiento en Chiapas, que un joven queretano permanece en el calabozo después de una dudosa investigación de la procuraduría local, tras el pleito entre porras y la muerte de un aficionado americanista el año pasado…
¡Espera!
Ahora sí ya dieron la patada de inicio ¡Salud!
El juego más esperado por todos comienza y…
Y decía. Para qué prestar atención a eso. Para qué distraernos con esos grupos desplazados de su país y secuestrados en México; con la resistencia de los okupa “Villa Amalías” que están siendo reprimidos por el Estado griego; con el asesinato de Cícero Guedes, el líder del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil; con la hambruna combinada con el brote de sarampión que existe en la República del Congo, que en medio de los torrenciales días se lleva a cabo una campaña para vacunar a unos 65 mil niños; para qué distraerse con  los mapuches que están siendo catalogados como terroristas, además de ser apresados y asesinados en Chile; con los civiles de Malí amenazados por un conflicto auspiciado por Francia; con millones de personas (a las que se obstinan en llamarles mendigos) deambulando por los senderos más visibles y a la vez oscuros del orbe, frente a nuestros ojos; con el estado de alerta en el que están Las Abejas de Acteal (¿Qué quiénes son esas Las Abejas y dónde está Acteal?); y también por qué distraernos con las nuevas cartas zapatistas que auguran una, diez, cien y mil veces ¡Marichiweu! Para qué distraernos…
Por qué no disfrutar de un domingo cualquiera, estrepitosamente tranquilo, con la familia, tras una semana dura en el trabajo.
¿Por qué no disfrutar del partido? Total, si siempre vivimos preocupados por lo que nos sucede, cómo no disfrutar de los pocos espacios que nos quedan para relajar el vaivén de las emociones.

*Foto: Mediotiempo.com