A los compañeros y compañeras del pueblo de San Sebastián Bachajón, del
Movimiento por Justicia del Barrio y de todas las personas y organizaciones que
se están solidarizando con ellos.
Escribo esta carta el día que empieza la semana por Bachajón, el día del
cumpleaños de Juan Vázquez Guzmán. Aunque me sigue inspirando su buen humor, el
gozo que transpiraba su compromiso con la vida, no puedo evitar la tristeza, la
pena, el dolor, causados por su asesinato, que hoy deben sentir de nuevo sus
dos pequeños hijos y todas sus compañeras y compañeros.
Debemos asumir con entereza el estado de cosas, la situación en que nos
encontramos. Quienes deberían vigilar el cumplimiento de la ley se dedican a
violarla. Quienes tienen la facultad legal de usar la violencia para proteger a
los ciudadanos la están empleando contra ellos. La maquinaria jurídica
escarnece sistemáticamente la justicia y viste el despotismo con el manto de
simulacros de tribunales. Es aberrante seguir hablando de estado de derecho y
de democracia cuando las cosas están como ahora.
Dicen que no le vendaron los ojos a la imagen de una mujer que se usa
como símbolo de la justicia para que pudiera representar imparcialidad, como a
veces se cree, sino para que no viera los horrores en que se cae cuando se
declara un estado de excepción. En eso estamos: en un estado de excepción no
declarado en que se incurre en todos los vicios y males de la injusticia, en
todos los horrores que no debe ver la justicia. “Aquí en Chiapas”, dijo alguna
vez Juan, “la ley y la justicia no existen, sino que el gobierno impone su
mandato”.
Lejos de impulsarnos a la parálisis o la desesperación, esta situación
insoportable nos impulsa a tomar la iniciativa y nutre nuestra esperanza.
Frente a los crímenes e impunidades del mal gobierno se levanta la energía de
quienes, inspirados y alentados por Juan, deciden llevar adelante la lucha y
hermanarse con otras muchas compañeras y compañeros que en todas partes han
decidido resistir.
La lucha de Juan y del pueblo de San Sebastián Bachajón está claramente
en el frente de la batalla en que se definirá nuestro destino. Habiendo llegado
a su límite, el capital recurre hoy a procedimientos coloniales del pasado, al
despojo, a la violencia abierta, como último recurso para continuar su
acumulación salvaje. Lo que hemos estado llamando extractivismo se aplica por
igual a los grandes proyectos mineros, a las cascadas de color turquesa “Agua
Azul” cuya defensa le costó la vida a Juan, al nuevo latifundismo urbano o al
despojo financiero. Por eso la lucha de Juan está directamente hermanada con la
de cuantos están defendiendo sus tierras y sus aguas, sus territorios y sus
bienes comunes, y también con quienes han salido a la calle en otras luchas
contra la corrupción y por la justicia como las que se desarrollan en estos
días en Brasil.
“Que sepa el mal gobierno”, afirman los dignos herederos de Juan,
“que el pueblo de San Sebastian Bachajón sigue resistiendo y que nuestro
compañero Juan Vázquez Guzmán vive entre nosotros, cuidando su pueblo desde
allá arriba”.
Que sepa el mal gobierno, decimos nosotros ahora, que somos muchas y
muchos quienes en las más diversas partes del mundo enarbolamos las mismas
banderas, resistimos con la misma decisión y no detendremos esta lucha hasta
que se respeten los derechos de Bachajón y se haga justicia plena. Como ellos
mismos dicen, la voz de Juan no será callada y el trabajo de su corazón no ha
terminado.
Desde San Pablo Etla, un pueblo zapoteco de Oaxaca, me incorporo de
lleno a este llamado mundial que debe alcanzar a muchos otros corazones.
Gustavo Esteva
Juan Vázquez Guzmán