viernes, 18 de mayo de 2012

Adiós



La muerte fue tan alevosa con Carlos Fuentes Macías, que el pueblo de México tuvo que responder para despedirlo en el Palacio de Bellas Artes. Sin embargo, para él, siempre fue “la compañera inevitable”.
Centenares de personas colmaron los alrededores del recinto de cultura, no bajo la frivolidad de plantarse frente a un féretro, ya de por sí venerable, sino para hacer propio un momento para la historia en el latir del corazón mexicano, algo que esos eventos protocolarios nunca habrán de contemplar.
“Carlos es del pueblo, las letras que escribió Carlos fueron para el pueblo. Déjenos pasar”, exclamó una voz sentida y detrás del cerco que colocó el Estado Mayor Presidencial, cuyas vallas impidieron el acceso a su homenaje, de cuerpo presente, durante más de una hora.
Y precisamente el pueblo contemplaba el paso de escritores y amigos como Elena Poniatowska o Xavier Velasco, intelectuales, artistas, autoridades culturales y políticos, esos mismos que siempre se sintieron incólumes pero un tanto incómodos en palabras del mismo Fuentes en una entrevista.
Entonces, aquello comenzó a hervir: “Fuera Calderón, fuera Calderón”, se exclamaba. Mientras tanto, el propio presidente, al interior del Palacio, ensordeció durante la guardia de honor que llevó a cabo junto a su esposa, Margarita Zavala, Marcelo Ebrard y Silvia Lemus.
Afuera proseguían los sentimientos de la gente. Muestras de cariño, fotografías de Carlos Fuentes durante alguna firma de libros, aplausos que avivaban ese homenaje oficial, personas que allí sintieron ser Artemio Cruz, y, ante todo, una resistencia incomparable, luego de que después de permanecer varias horas a la espera, al fin el pueblo pudo pasar al recinto, no sin tener que forcejear con los guardias de la entrada. Claro, políticos y autoridades culturales ya habían marchado.
El féretro, colocado en el vestíbulo, portaba la bandera nacional. No faltó quien lo cobijara con sus propios libros: un ejemplar de “Aura” yacía sobre él.
Una fotografía suya acompañaba el marco fúnebre, así como el lapso tan corto en que nos deleitó con su obra: “Carlos Fuentes. 1928-2012”.
Más y más aplausos. Esa fue la manera en que la sociedad se apropió del escritor, su escritor.
Carlos Fuentes Macías vio en la unión del hombre un impecable modo de trascendencia, y en Bellas Artes, reunió a todo un pueblo.

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