La
muerte fue tan alevosa con Carlos Fuentes Macías, que el pueblo de México tuvo
que responder para despedirlo en el Palacio de Bellas Artes. Sin embargo, para
él, siempre fue “la compañera inevitable”.
Centenares
de personas colmaron los alrededores del recinto de cultura, no bajo la
frivolidad de plantarse frente a un féretro, ya de por sí venerable, sino para hacer
propio un momento para la historia en el latir del corazón mexicano, algo que esos
eventos protocolarios nunca habrán de contemplar.
“Carlos
es del pueblo, las letras que escribió Carlos fueron para el pueblo. Déjenos
pasar”, exclamó una voz sentida y detrás del cerco que colocó el Estado Mayor
Presidencial, cuyas vallas impidieron el acceso a su homenaje, de cuerpo
presente, durante más de una hora.
Y
precisamente el pueblo contemplaba el paso de escritores y amigos como Elena
Poniatowska o Xavier Velasco, intelectuales, artistas, autoridades culturales y
políticos, esos mismos que siempre se sintieron incólumes pero un tanto
incómodos en palabras del mismo Fuentes en una entrevista.
Entonces,
aquello comenzó a hervir: “Fuera Calderón, fuera Calderón”, se exclamaba. Mientras
tanto, el propio presidente, al interior del Palacio, ensordeció durante la
guardia de honor que llevó a cabo junto a su esposa, Margarita Zavala, Marcelo
Ebrard y Silvia Lemus.
Afuera
proseguían los sentimientos de la gente. Muestras de cariño, fotografías de
Carlos Fuentes durante alguna firma de libros, aplausos que avivaban ese
homenaje oficial, personas que allí sintieron ser Artemio Cruz, y, ante todo,
una resistencia incomparable, luego de que después de permanecer varias horas a
la espera, al fin el pueblo pudo pasar al recinto, no sin tener que forcejear
con los guardias de la entrada. Claro, políticos y autoridades culturales ya
habían marchado.
El
féretro, colocado en el vestíbulo, portaba la bandera nacional. No faltó quien
lo cobijara con sus propios libros: un ejemplar de “Aura” yacía sobre él.
Una
fotografía suya acompañaba el marco fúnebre, así como el lapso tan corto en que
nos deleitó con su obra: “Carlos Fuentes. 1928-2012”.
Más
y más aplausos. Esa fue la manera en que la sociedad se apropió del escritor,
su escritor.
Carlos Fuentes Macías vio en la unión del hombre
un impecable modo de trascendencia, y en Bellas Artes, reunió a todo un pueblo.
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