sábado, 9 de enero de 2010
Por los contornos de la Tierra
La comunidad de Bella Vista del Río quedó ahogada en la presa de Zimapán. El oceánico paisaje podría bien valerlo; además de alimentar la planta eléctrica que se encuentra en la zona, se atraviesa a mitad de carretera para enmudecer al más inhóspito viajero.
Dotada de una compleja estructura natural, la presa es tan sólo un puente que enlaza a los Estados de Hidalgo y Querétaro, disipando cualquier indicio de fronteras. Aquí, desembocan los ríos San Juan, Tula y Moctezuma, y en su diversidad de animales acuáticos, los lugareños han adoptado la pesca como una actividad importante.
El tiempo se añeja y con él, se va desarrollando un ambiente turístico en el lugar, como un furtivo punto en la tierra que, sin embargo, mantiene las puertas abiertas para la exploración.
Los viajes en lancha compartidos con un guía de la zona nos complacen por tiempo limitado: el panorama es acompañado por fragmentos históricos que narran los aldeanos. Aunque siempre he considerado que la libertad total de estos sitios es llegar a cada rincón en una barca propia, con la seguridad que el escenario exige.
El largo de la presa se extiende hasta por 23 kilómetros, y si alguno de nosotros quisiera sumergirse, tendría que recorrer sus 280 metros de profundidad.
El campo visual de este complejo se integra al tacto de aguas frías por las que me logro desplazar en una embarcación, en medio de escarpadas montañas que al quedarse atrás durante el recorrido, parecen convertirse en titanes saciando su sed.
Nativos de Bella Vista del Río, como Leodegario, aseguran desconocer aún algunos extremos de este lugar, tan majestuoso que impera la inquietud de salir del oleaje de la presa y caminar por largo rato en dirección a las cavernas en la parte alta de las montañas, desde donde se advierte casi por completo la presa, y también desde donde imagino un gran descenso en rappel.
La caída del sol no es más que un motivo para permanecer en medio de la gran laguna. Dirige tus ojos al horizonte y date un respiro para que, al amanecer, prepares las cañas y te lances a pescar. La recompensa justifica el hambre por la aventura.
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