sábado, 13 de julio de 2013

Carta a la Estancia del Migrante de Querétaro

Amigos:

Sólo son dos años que los conozco y su historia recorre mucho tiempo atrás todavía. Dentro de estas palabras, “mucho tiempo”, aún hay más: atropellos, intimidaciones, distanciamientos, lágrimas, abrazos, abandono, preocupación, sonrisas, acompañamiento, cariño y una verdadera solidaridad de su parte.
Ustedes, quienes conforman la Estancia del Migrante González y Martínez, deberían extenderse por todo el país, deberían multiplicarse por cientos, por miles, por el mundo. Son ustedes quienes nos dan aliento a los que observamos a la sociedad desde otra óptica; son ustedes quienes nos sensibilizan para con esas personas que optan por desgarrarse los pies a quedarse en un sitio donde se les desgarra la vida. Son ustedes, precisamente, quienes nos destapan los ojos, quienes nos desatan las manos para tomar un bolsa con alimentos, agua y vida, para dárselas a nuestros hermanos migrantes, que para cumplir un sueño, uno que hoy es mucho más terrenal, como brindarle comida a los hijos, desafortunadamente tienen que descender y transitar el infierno en el que se ha convertido una parte de México.
Es allí, durante el recorrido de estos nómadas, que aparecen ustedes como el alba, con la intención de alimentar a quienes tal vez llevan varios días sin probar alimento alguno; de darles unas gotas que serán agua despeñándose sobre su ser. Pero esa intención, la de ayudar al migrante, ya fue rebasada por ustedes también. Porque no sólo nos han brindado la oportunidad de agarrar las bolsas con comida para lanzarlas con destreza frente a los vagones de un tren que avanza estrepitosamente, sino porque nos han permitido encontrarnos con el otro, al lado de las vías, y cuando eso sucede, como una suerte de espejo, es el punto exacto en donde nace la solidaridad.
Ustedes, integrantes del refugio, nos han enseñado a ser solidarios, a no mirar como delincuentes a esas personas que, más bien, cargan con un dolor que no es ajeno, que no le han robado a nadie, sino que han tenido que convivir con él dentro de sí.
Ustedes, incansables guerreros, nos han enseñado a los demás a convivir con salvadoreños, nicaragüenses, hondureños, guatemaltecos, colombianos y demás nacionalidades por igual, aclarándonos el panorama sobre aquello de las fronteras, esas líneas deformes que no deben existir y que, en realidad, ya no existen para los que hemos aprendido bien que ningún ser humano es ilegal.
Y qué decir de Martín, ese mago que rebasa cualquier concepción sobre lo que es el humanismo. Tus acciones son fiel reflejo de tu voluntad por que cesen los hostigamientos en el camino del migrante. Eres un ser cuya luz se ha extendido al prójimo. Y así, también te has ido expandiendo a otras zonas, bajo otros relieves, pues somos muchos, por no decir cientos de miles, los que después de conocerte, personalmente o no, nos quisimos apropiar de tu nombre, de tu ejemplo, de tu humanismo.
Es por ello que desde aquí, desde Chiapas, les envío mi agradecimiento por continuar firmes con una labor que cumple ya 13 años. Desde aquí venimos pulsando un corazón más fraterno, así que vamos por la misma senda.
A todos los integrantes y colaboradores de la Estancia, les reitero mi respeto y mi apoyo, un apoyo que será también para el migrante, donde quiera que lo encontremos.


Amigos: nuestras veredas volverán a cruzarse, en cualquier punto o en cualquier vida, ya que sin duda también nos cargamos la piel del migrante, y por tanto, volveremos a ser uno con ellos.

Comunidad Nómada